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jueves, 1 de noviembre de 2012

Sentimiento religioso y alusiones bíblicas en la obra de Gabriela Mistral en FILSA 2012


El 9 de Noviembre a las 18,00 en la Feria Internacional del Libro, presentación de la investigación sobre Gabriela Mistral su pensamiento y su obra.

domingo, 28 de octubre de 2012

Tierra Húmeda Antología ALBRICIA Oriana Victoria Mondaca Rivera


Virgen

Guardó su frescura
En un cofre “bajo siete llaves”
Tenía quince años.

Se prometió nunca perder las llaves
y recorrer los caminos
con ella colgada a su cuello.

No caminó de prisa
Para que no se cayera.
No se desnudó
Para que no la descubrieran.

No arrugó su falso
para no estropear
el almidonado de sus pliegues.
No cortó su trenza
para cubrir su cadena.

Cuando virgen y perfecta
la llave pesaba en su cuello.
Abrió su cofre.
habían pasado los años.

 Descubrió de golpe,
como se descubren las verdades,
que su falso seguía perfecto
con todos los pliegues almidonados.

Tierra húmeda Antología Albricias


Tierra húmeda
Oriana Mondaca

Sobrenatural y sagrada
acariciadora,
tierra, mujer,
Gea, pachamama.

Con los pies en tu faz
los sentidos abiertos
al húmedo aroma de la tierra
Geosmina, rumor de pétalos,
y arcilla.

Invades los poros
desde tus entrañas
Génesis de Adanes y Evas,
Cuna de héroes y mendigos.

Oriana Victoria Mondaca "Mariposas" otro poema de Tierra Húmeda

Mariposas
Se calzan sus máscaras
se visten de princesas,
maquillan su rostro
para disimular sus tristezas.

 Danzan, giran
se revuelcan
se tumban, parpadean,
 pierden su frescura.

 En la esquina de la vida
sobreviven su aventura
quieren soñar
pero una mano
 las sentencia a verter en ellas
 las urgencias del sexo fuerte.

Y así se va otra noche
y llega un nuevo día
mientras la carne se muda en piltrafa.

 Ellas se resisten
a condenar su historia
 al ataúd de los sueños,

 Por eso,
 llegada su hora
 invocarán el ritual
de los sacerdotes de Osiris
 y en el “lugar de la purificación”
y en “la casa de la belleza”
ellos les devolverán su virginidad.

 Pero,
 precavidas esta noche
y las que vendrán
preservan su alma
 en envoltorios de lino
para transar su paso a la eternidad.

Diamela Eltit, Prólogo Antología ALBRICIAS

Los siete valles No pretendo aquí presentar los trabajos poéticos de Claudia Hernández López, Nury Larco Invernizzi, Pilar Merino Campillay, Oriana Mondaca Rivera, Marcela Reyes Harris, María José Rivera Oyarce, Carola Pizarro Araya, porque cada una de las escritoras merece un espacio propio como también sus trabajos individuales requieren de una analítica detallada. Más bien, me sumo a la celebración que provoca la publicación de este volumen. Así es, porque este libro representa un contundente punto de partida para emprender una lectura intensa de los importantes signos estéticos y simbólicos que los diversos textos reunidos despliegan apelando a múltiples e interesantes estrategias. La poesía chilena se ha caracterizado por su densidad y por la extensa exploración de los signos literarios. Pero hay que recordar, una vez más, que la historia oficial poética ha sido habitada por ¨el poeta¨ (cada uno de ellos) con la excepción de la figura de Gabriela Mistral que consiguió instalar, en el interior de un duro cerco, su singular y complejo trazado. Sin lugar a dudas, Gabriela Mistral hizo del territorio material una sede de escritura, acudió una y otra vez a su suelo natal, a ¨su¨ paisaje y a los pormenores de los cerros. Su transcurso nacional e internacional se caracterizó por un sostenido nomadismo pero también por una resistencia visceral a Chile, pero una resistencia que nunca horadó su constancia nortina porque, en definitiva, fueron las imágenes capturadas por sus ojos de niña y de adolescente, las que le propiciaron los materiales más sensibles para organizar su poética. Hoy, el libro: “Albricias: Poesía Femenina Contemporánea del valle del Elqui¨ reúne a siete poetas de la Cuarta Región, siete nombres, siete estéticas que irrumpen en el siglo XXI para multiplicar el gesto y la gesta mistraliana pero en otro tiempo, desde otros paradigmas y de acuerdo a sus subjetividad específicas. Siete obras que comparecen para re-nombrar el amor, para escribir los dilemas de género, para festejar la escritura, para plantear la metafísica o el lugar de Dios, de la muerte y del conjunto de pérdidas que acumulamos y que abren paso a lo que Sigmund Freud denominó como: melancolía. Cuando nombro a Gabriela Mistral no pretendo señalar que las participantes de este libro mantengan conexiones específicas con la poeta, lo que busco no es establecer un lazo de ¨sangre¨ sino el sitio de una tierra en común, de un paisaje cultural signado por el afuera del centro metropolitano. También recuerdo a Gabriela Mistral porque ha sido un paradigma recurrente y necesario en los estudios de género y literatura, la recuerdo además porque pienso que no debe ser fácil, para cada una de las autoras que participan de esta antología, ganar un espacio en mundos literarios todavía recorridos por prácticas segregadoras hacia las mujeres escritoras. Las poetas que conforman este volumen, escriben, por decirlo de alguna manera ¨fuera de Santiago¨, con todos los riesgos que esta posición implica, escriben más allá o más acá del centralismo, escriben poesía, doblemente asediadas por su condición de mujeres (que escriben). Porque ya he dicho que la situación de la mujer que escribe (más allá de los territorios rosa) no es simple y, en este sentido, es que la publicación colectiva de este libro les imprime potencia y permite vislumbrar la política que moviliza sus prácticas culturales. La poesía, a pesar de sus dificultades editoriales, continúa siendo un espacio privilegiado para formular finamente los devenires del mundo y especialmente nos permite entender la vulnerabilidad. La sutil fragilidad de una rama de un arbusto puede decidir el equilibrio del planeta. El abandono o los abandonos no pueden sino detener (fugazmente) el universo para iluminar así un instante compasivo ante el dolor humano. El yo se deshace y se encarna en otros que ven en la escritura de ese yo , el suyo, la ruptura y la inscripción. La gran tarea del yo poético es deshacerse de sí para habitar a otros que se apoderan de ese yo que termina por pertenecerles. Ese es el trabajo más fino y más riguroso. Mientras leía este libro sentí que varias de sus partes me pertenecían o le pertenecían a mi propia escritura interna, a aquella que me habita corporalmente o estéticamente o emocionalmente. Porque la posibilidad de dotarse de un yo (no) ajeno es la gran experiencia que nos proporciona la poesía. Mientras leí estos siete libros pensé que la antigüedad más remota y el tecnologizado presente se unían con compostura y con una dosis de armonía. Me sentí parte de este libro que leemos y solidaria con la letra de estas autoras que atravesarán los valles, pero también conservarán las memorias atormentadas y felices de la luz. Diamela Eltit Febrero, 2011

Virginia Vidal en su presentación a la Antología Albricias.. Poesía Femenina del Valle de Elqui dice

Presentación Sobre la poesía de la antología y en relación a mi poesía: Siete poetas del Valle de Elqui revelan las alternativas de un viaje compartido desde su condición de mujeres en la reunión de siete poemarios donde queda en evidencia su manera de interpretar el mundo, el eros, la rebelión y la crítica, frente al sesgo del horizonte de la sociedad. Así, del amor, la muerte, la vejez, la violencia, la precariedad de la vida, y el delicado peso de los sueños irrenunciables se nutre esta poesía. TIERRA HÚMEDA, de Oriana Victoria Mondaca Rivera, acierta en la evocación de un tiempo no tan remoto vívido en la memoria, aunque una modernidad muy impuesta y manipulada trate de aventarla: “Se nos perdió: La plancha a carbón. La cocina a leña. El tocadiscos. La palmatoria. La radio cómplice. Donde escuchamos Que Neruda obtenía el premio Nobel Y el programa “Escucha Chile””

viernes, 19 de octubre de 2012

Taller de creación literaria PalabreArte

Han pasado los meses, a veces nuestra percepción del tiempo nos juega curiosas pasadas, quisiéramos que el tiempo se detuviera pero esto es irremediable..Y en este tiempo ha sido un compartir una gran experiencia el trabajar con un Taller de Literatura, se me ocurrió llamarlo PalabreArte, en un sentido amplio nos permite jugar con el sentido de los dos términos, o simplemente palabras con arte. Hoy después de estos meses con esta experiencia me siento feliz de haberla comenzado, se ha formado un grupo maravilloso, es el día esperado para crecer en la palabra, adentrarnos en la vida y la obra de tantos grandes de la literatura. Y escribir... crear... compartir. estas son algunas imágenes de nuestros encuentros. bien por la poesía, los poetas y el arte.

lunes, 17 de septiembre de 2012

HALLAZGO de Poema de Chile Gabriela Mistral

Bajé por espacio y aires y mas aires, descendiendo, sin llamado y con llamada por la fuerza del deseo, y a más que yo caminaba era el descender más recto y era mi gozo más vivo y mi adivinar más cierto, y arribo como la flecha éste mi segundo cuerpo en el punto en que comienzan Patria y Madre que me dieron. ¡Tan feliz que hace la marcha! Me ataranta lo que veo, lo que miro o adivino, lo que busco y lo que encuentro; pero como fui tan otra y tan mudada regreso, con temor ensayo rutas, peñascales y repechos, el nuevo y largo respiro, los rumores y los ecos. O fue loca mi partida o es loco ahora el regreso; pero ya los pies tocaron bajíos, cuestas, senderos, gracia tímida de hierbas y unos céspedes tan tiernos que no quisiera doblarlos ni rematar este sueño de ir sin forma caminando la dulce parcela, el reino que me tuvo sesenta años y me habita como un eco. Iba yo, cruza-cruzando matorrales, peladeros, copándome ojos de quiscos y escuadrones de hormigueros cuando saltaron de pronto, de un entrevero de helechos, tu cuello y tu cuerpecillo en la luz, cual pino nuevo. Son muy tristes, mi chiquito, las rutas sin compañero: parecen largo bostezo, jugarretas de hombre ebrio. Preguntadas no responden al extraviado ni al ciego y parecen la Canidia que sólo juega a perdernos. Pero tú les sabes, sí, malicias y culebreos... Vamos caminando juntos así, en hermanos de cuento, tú echando sombra de niño, yo apenas sombra de helecho... (¡Qué bueno es en soledades que aparezca un Ángel-ciervo!) Vuélvete, pues, huemulillo, y no te hagas compañero de esta mujer que de loca truena y yerra los senderos, porque todo lo ha olvidado, menos un valle y un pueblo. El valle lo mientan "Elqui" y "Montegrande" mi dueño. Naciste en el palmo último de los Incas, Niño-Ciervo, donde empezamos nosotros y donde se acaban ellos; y ahora que tú me guías o soy yo la que te llevo ¡qué bien entender tú el alma y yo acordarme del cuerpo! Bien mereces que te lleve por lo que tuve de reino. Aunque lo dejé me tumba en lo que llaman el pecho, aunque ya no lleve nombre, ni dé sombra caminando, no me oigan pasar las huertas ni me adivinen los pueblos. Cómo me habían de ver los que duermen en sus cerros el sueño maravilloso que me han contado mis muertos. Yo he de llegar a dormir pronto de su sueño mismo que está doblado de paz, mucha paz y mucho olvido, allá donde yo vivía, donde río y monte hicieron mi palabra y mi silencio y Coyote ni Coyote hielos ni hieles me dieron. ¿Qué año o qué día moriste y por qué cruzas sonámbula la casa, la huerta, el río, sin saberte sepultada? Ve más lejos, sólo un poco más, donde está tu morada, al lugar donde miras y te retardas, quedada. No respondas a los vivos con voz rota y sin mirada. Se murieron tus amigos, te dejaron tus hermanas y te mueres sin morir de ti misma trascordada, y sueles interrogarnos sobre tu nombre y tu patria. Llegas, llegas a nosotros desde una estrella ignorada, preguntando nuestros nombres, nuestro oficio, nuestras casas. Eres y no eres; callamos y partes, sin dar, hermana, tu patria y tu nombre nuevos, tu Dios y tu ruta larga, para alcanzar hasta ellos, hermana perdida, Hermana.

Alusiones bíblicas en la obra de Gabriela Mistral Imágenes de su lanzamiento

Mi hija Rocío Alcayaga Mondaca, Eduardo Alcayaga Mondaca, argarita Riveros, Alicia Mondaca, Harry Vergara, Nancy Iriarte, M{onica Santander, Ana María Flores, Paula San Paris, Lilia Hernández, Robinson Hernández, José Araya Vergara, Enrique Gallardo y otros estimados amigos estuvieron ahí esa noche junto a una nueva obra sobre Gabriela Mistral.

domingo, 19 de agosto de 2012

Sentimiento Religioso y alusiones bíblicas en la obra de Gabriela Mistral

De Mi experiencia con la Biblia... extracto que encontramos en el libro. “Yo no sé por qué razón, a la altura de esos años de 1898, una vieja católica, de catolicismo provincial, podía ser una chilena con Biblia, y no sólo con Biblia leída, sino contexto sacro oral, aprendido de memoria en lonjas larguísimas. Pero a aquella curiosa mujer la llamaban los sacerdotes de la ciudad de La Serena “la teóloga” y tenía una pasión casi maniática de esa cosa grande que es la Teología, desdeñada hoy por la gente banal de nuestras pobres democracias. La frecuentación de la lectura religiosa, que era en ella cotidianidad, como el comer, había construido a esa vieja de setenta años, a la vez fuerte e inválida, de rostro tosco y delicado a un tiempo, chilena en los huesos y medio nórdica en la alta estatura, en color rojo y en ojos claros, la pasión de leer textos bíblicos, había dado a esa abuela profundidad en el vivir y un fervor de zarzas ardiendo en el arenal de una nueva raza. 15.- Mi madre me mandaba a ver a la vieja enferma, y doña Isabel me ponía a sus pies en un banquito o escabel cuyo uso era sólo éste: allí se sentaba la niñita de trenzas a oír los salmos de David. La nieta comenzaba a recibir aquel chorro caliente de poesía, de entrañas despeñadas por el dolor de un reyezuelo de Israel, que se ha vuelto el dolor de un rey del género humano. Yo oía la tirada de Salmos que a veces eran de angustia aullada y otras de gran júbilo, en locas aleluya que no parecían saltar del mismo labio lleno de salmuera. Mi abuela no tenía nada de escriba sentado ni de diaconesa pegada a su misa. La vieja iba y venía de la salita a la cocina, preparándose su dieta enferma. Y cuando volvía a sentarse, tampoco se quedaba en “mujer de manos rotas” como dice el refrán español. Ella vivía, de bordar casullas y ornamentos de iglesia. Sus manos de gigantonas se habían vuelto delicadas en las yemas de los dedos y en ademanes para el trabajo de veinte años, gracias al cual ella comía y con el que pagó la escuela de sus hijos mientras crecían; casi todas las casullas de las catorce Iglesias de La Serena salían de la aguja de doña Isabel, que subía y bajaba con el ir y venir del cubo en la noria o de los telares indios, servidumbre eterna, esclavitud sin más alivio que el dominical. Oyendo los salmos, no recibía sino un momento su vista sobre mí. Al soltar yo un disparate en la repetición, su mano se paraba de golpe, el bordado caía de la falda y sus ojos de azul fuerte se encontraban con los míos. Corregido por el error, ella seguía bordando y yo, entre uno y otro versículo tocaba a hurtadillas la tela, que me gustaba sobar, por el tacto del hilo de oro duro en la seda blanda. Yo entendía bastante los salmos Bíblicos, en relación con mis diez años, pero no creo que entendiese más de la mitad. Un pedagogo francés, sabia gente que da sus clásicos a los niños desde los siete años, diría que lo de entender a medias no es cosa trágica, que lo importante es coger en la niñez al cabo de la cuerda noble y echarse al umbral de un clásico mientras llega el tiempo de entrar a vivir en su casa hidalga. Entendía yo, en todo caso, algunas cosas del culto, por ejemplo, que un hombre maravilloso, mi héroe David, gritaba a todo lo ancho del grito su amor de Dios como si estuviese paseando sobre el rostro mismo de lo divino. Yo entendía que ese hombre le entregaba a Jehová sus empresas de cada día, pero también sus mínimos cuidados de la 16.- hora. Yo sabía que el hombre David tomaba su licencia de El, lo mismo que yo la de mi abuela, así para pelear como para alegrarse a tocar los instrumentos músicos. Yo comprendía con el mismo entender de hoy, que aquel a quién se hablaba rindiendo cuentas, a quién se pedía la fuerza para andar y para resolver, y para capitanear hombres, era tremendo y suave Dios padre, el Dios de la nube rasgada, por donde El veía vivir a su Israel. Yo entendía que la alabanza del Dios invisible que siendo “enorme y dedicado”, pesa sin pesar sobre cada cosa, era una obligación de loor ligada al hecho de ser hombre, de decir palabras en vez de dar vagido animal, y que cantarlo era el oficio de aquel David que se llamaba músico y que daba el señor el nombre de mayor. Muchas cosas más entendía, pero las que cuento eran las mayores, y yo creo que ellas fundaban mi alma, me tejían, me calentaban los miembros primerizos de la víscera sobrenatural. Después del recitado de mi abuela, bastante lento, derretido de fervor, porque nunca lo dijo mecánicamente, aunque se lo supiese como la tabla de multiplicar, venía la parte menos agradable para mí, la angostura de su exigencia de abuela pedagoga. Doña Isabel volvía a comenzar la hebra de versículos, que yo debía ahora repetir y echarme a cuestas de la memoria. Mi memoria siempre fue mala, y sobre todo, incapaz de fidelidad, y yo repetía, saltando a cada trecho palabras propias, de las que mi abuela medio se indignaba, medio se reía. Con su risa blanca en la cara roja, me gritaba que yo podía tocar cosas en cualquier texto menos en esos, en sus salmos, en su salterio. ¿Por qué ella, en vez de darle puras oraciones de Manual de Piedad, según la costumbre de las viejas devotas de Coquimbo, le daba a su niñita boba, de aire distraído, lo menos infantil del mundo, según piensan los tontos de la Pedagogía? ¿Por qué le echaba a ese pasto tan duro de majar y tan salido de tiempo y lugar, esa cadena de salmos penitenciales y de salmos penitenciales y de salmos cantos jubilares? Nunca yo me lo he podido comprender, y me lo dejo en misterio porque me echó al regazo de la infancia el misterio y no lo dejo en misterio tirado como tantos y hasta me he doblado los misterios que recogí entonces, por voluntad de guardar en mí la reverencia, el amor de índole reverencial, de los divinos. Mi abuela pasó por mi vida parece que sólo para cumplir este menester de proveerme de Biblia, en país sin Biblia popular, de ponerme esta narigada de sal no 17.- marítima, sino de sal gema que fortifica y quema a la vez, a mitad de la lengua. Ella no fue la abuela que viste a la nieta de pequeña, pues no asistió a mi primera infancia. Ella no ayudó a mi madre en ningún cuidado material de su carne chiquita: no cuidó ni sarampión, ni difteria; ella no me vio ser maestra de escuela ni llegaron nunca mis pobres versos a sus ojos rendidos de aguja y Biblia; ella no conoció mi cara adulta viviría casi noventa años. Las únicas estampas que yo le guardo, son estas de su cara bajada a mí y mi cuello subido a ella, en su porfía para hacer correr de mi seso a mis tuétanos, los salmos de su pasión. Y, sin embargo, a pesar de las pocas briznas de tiempo que ella me dio y del mal destino que nos había de separar, ella, sería la criatura más penetrante que cruzó por mi vida chilena. Pasó de veras como un dardo de fuego, por la niñez mía como el pájaro ardiendo del cuento balkárico, extraña e inolvidable, diferente de cuanta mujer yo conocí, criatura vulgar por la modestia y a la vez secreta como tantos místicos. Su vida interna era oculta y sólo por un momento, a causa de tal o cual signo que ella no alcanzaba a hurtar, se sabía de golpe que esa mujer del servir y el sonreír constantes, del coser y el bordar con ojos heridos, tenía mucha ciencia del alma y que la industria inefable que es la de pecho adentro, había conseguido logros de culto en esa alma. El Dios padre que ella me enseñó, la tenga en su cielo fuerte que se ralea de vejez. El le haya dado la dicha que aquí no probó ni en una década de miel cananea.

miércoles, 15 de agosto de 2012

Gabriela Mistral un acercamiento a su sentimiento religioso

Investigar la vida de un ser humano es una aventura tentadora, investigar la de un artista es, teniendo esto en consideración, más aún, considerando que pertenecen a aquellas vidas que han dejado de ser privadas y desconocidas para ser hurgueteadas por investigadores, críticos, admiradores y curiosos. Elegir como motivo de investigación la vida de nuestra poetisa Gabriela Mistral, no significó un desafío, parecía que ya estaba todo dicho, datos, fechas, detalles de su vida, pero al introducirse por su existencia en aquellos años considerados como los años de formación, de su personalidad y que van a determinar su vida y su creación, nos encontramos con sorpresas; confusión en fechas, período que la acompaña su padre, su situación de estudiante, dudas referidas a su desempeño pedagógico, etc. En esta investigación, un acercamiento a Gabriela Mistral, se ha tratado de recorrer su vida con la mayor veracidad y siguiendo sus pasos en forma cronológica, destacando los hechos que se consideran como determinantes para su obra, como lo fue su relación con su abuela paterna doña Isabel Villanueva, la que Gabriela Mistral explica en “Mi experiencia con la Biblia”. Es esta mujer la que la guiará en su primer acercamiento al libro que será la fuente en la que ella beberá insaciablemente y del cual no se separará jamás, tanto la conocerá, que aquellos salmos voceados a los pies de la abuela, inspiraron más tarde su poesía y aquellas personas que conocidas en una edad en que las figuras son engrandecidas, como David, el ángel Gabriel, Rafael, María, Ana, alcanzan para los oídos de la niña, maravilloso encantamiento, quedando fundidos hasta la edad madura, en que la escritora no podrá eludirlos y la presencia bíblica irá determinando su poesía, imprimiéndole ese rasgo peculiar en que la forma y el estilo se verán forzados al servicio de una poesía que resulta en muchas ocasiones difícil y rebuscada, pero al ir conociendo y desentrañando los elementos bíblicos esta primera impresión se aleja y encontramos versos perfectamente comprensibles y trasparentes. Otra proyección de su acercamiento a lo religioso, es la investigación de la vida y obra de numerosas figuras del cristianismo como San Francisco, San Vicente de Paúl, y otros, a quienes también nos hemos acercado por pertenecer a una parte desconocida de su obra y por eso carente de valor. Gabriela Mistral, nos invita con su sentido religioso a recorrer un sendero que ningún artista chileno nos ha presentado y que es tan magnifico como que nace de su voz más profunda, sus sentidos más plenos, la voz de su espíritu.

lunes, 20 de febrero de 2012

Libro: Sentimiento Religioso y alusiones bíblicas en la obra de Gabriela Mistral

Con gran satisfacción he recibido hoy 20 de febrero de 2012 de la Editorial Mago Editores mi Investigación sobre Gabriela Mistral. Un gran anhelo que gracias a la postulación de un fondo con Albricias, institución de escritoras a la que pertenezco, nace a la vida pública como parte de la colección Tierra Elqui. Poesía de Marcela Reyes y Dramaturgia de Claudia Hérnandez. Este libro permite conocer la evolución en lo religioso y el conocimiento de la Biblia en Gabriela Mistral y todas aquella referencia que hace Gabriela en su obra lírica al texto bíblico dejando explícito su conocimiento uniéndolo a experiencias personales. Poco a poco iré presentando mi trabajo a ustedes. El libro está antologado por Pedro Pablo Zégers de la DIBAN a quien agradezco infinitamente. Agradezco también a mi amiga la escritora y diseñadora Pilar merino Campillay por su diseño de la portada. Por supuesto a quienes en su momento colaboraron con esta investigación, principalmente al académico de la Universidad de La Serena Eduardo Rojo Muñoz y al sacerdote Alejandro Silva. A mis padres que siempre me inculcaron la literatura y me dieron la oportunidad de ser una profesional. A mis hijos Rocío, Eduardo y Tania siempre interesados en mi trabajo. Será presentado próximamente.

domingo, 15 de enero de 2012

Transeúntes Proyecto escritural beca de Creación

Hace un par de meses terminé mi Proyecto escritural Transeúntes, comprometido con la Beca de creación Literaria financiada por el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes las madrugadas fueron complices para mi trabajo de escritora, en los cuentos fueron conviviendo en mi espacio creador personajes tomados de nuestra cotidianidad, tan dolorosamente cercanos en su existencia. Esperro en el futuro próximo publicar estos relatos para que emerjan al cotidiano. Sus personajes son aquellos seres que transitan buscando respuestas, predestinados a algún destino en el que nada puede cambiar
Esta obra la conforman un conjunto de relatos que tienen como eje central aquellas situaciones que en lo cotidiano se transforman en historias y que son comunes a los transeúntes de la vida contemporánea.
Algo de sus cuentos... Caminantes Una mañana de estío, en una de las empinadas calles del puerto, cuando el sol se atropellaba por todos los espacios, pasaron frente a mi balcón dos hombres: uno alto y delgado y otro pequeñito, también delgado. Ellos vestían religiosamente iguales, había dedicación en sus atuendos, pantalón de tela negro y chalecos de color verde, abajo, camisa del mismo color. Era, seguramente, su ropa dominguera. Uno, caminaba seguro y rápido paso tras paso, sin dudar, en una dirección conocida, el otro, casi corriendo a pasitos temerosos y cortitos. El primero ajeno a la angustia del segundo por no querer quedarse tan atrás y ser sometido al discurso de siempre, ¡apúrate, tan lento que caminas! Dos o tres pasos de uno y un paso del otro, el hombre alto avanzaba ajeno a la ansiedad y a las palabras que brotaban de los labios del hombre pequeñito quien, seguramente, pensaba que era su gran oportunidad para contarle todas aquellas cosas que le habían sucedido durante la semana No había nadie más, las calles vacías de domingo en la mañana sirven para la complicidad, eran solo ellos, ¡cómo no hablarle!, si las palabras se le atropellaban, no sabía que otras palabras usar para llamar lo suficiente su atención y que por una vez se diera vuelta y lo mirara, quizás ni siquiera había reparado en que su ropa era igual a la que él llevaba, que hasta el jockey era el mismo. Le hablaba fuerte. El hombre alto, impasible, ajeno, no dimensionaba lo difícil que le resultaba alcanzar sus pasos. Por instantes, el hombre pequeñito parecía cansado pero, seguramente, no quería defraudarlo ni parecer molestoso y provocar su mal genio cuando era un gran día. Sus palabras siguieron atropellándose y el hombre alto siguió su camino… con sus pasos gigantes y sus oídos ausentes. El pequeñito tratando de entrar en los oídos del hombre alto, en el corazón del hombre alto, en el recuerdo del hombre alto…
Transeunte Transitaba, 10 años que sus pasos recorrían las mismas calles. Uno tras otro repetía diariamente el mismo recorrido, se había mecanizado al punto de contar los pasos… uno, dos,... cien,… trescientos… mil
Mujer durmiendo en un gallinero Esa noche todas sus muñecas quedaron esparcidas por el piso. La foto de su mamá, que guardaba bajo la almohada, salió disparada contra la pared, su padre no quería volver a verla, más bien a sentirla pues la oscuridad no dejaba verla, esa noche supo que su padre era un hombre y ella era mujer… desde esa noche no volvió a dormir sola.
ANIMA Tus lágrimas siguen reteniéndome sin dejar que mis pies puedan desprenderse de la tierra. Las telarañas envuelven las flores que dejaste el primer aniversario de mi partida. Las hormigas disfrutaron la vela con aroma a canela que encendiste para rezar mil Padrenuestros
Caminantes II Caminaban, él con un traje gris. Alto, dando pasos de “botas de siete leguas” ajeno, ensimismado irreverente, con su faz inmutable de máquina procesadora de dinero, se habían encontrado para hacer las compras para el colegio de su hijo. Ella se había arreglado con dedicación buscando la combinación perfecta el maquillaje, los accesorios, el color de sus labios, todo debía ser armonía, perfección la culminación de toda una semana, en que tenia la posibilidad de respirar otro aire, de tener una cita con su hombre.