Esa mañana, 11 de
septiembre de 1973, cuando los primeros brotes de primavera se asomaban
tímidamente, ella caminó con dirección a la Universidad Técnica, donde se realizaría el acto del Día del profesor,
los versos de Nicanor Parra habían sido memorizados para tal ocasión. Pero, en
el aire de la provincia había un manto de dudas. El acto se había suspendido
“parece que derrocaron al presidente Allende”. Cómo una bomba en segundos las palabras resonaron en sus
oídos. Había que irse a las casas a quemar los libros Quimantú y la revista
Paloma, a esconder los Long Play, a sacar los poster
del Che. Era una pesadilla, ya en casa,
la radio confirmaba la noticia y lo que
en realidad estaba sucediendo. Las sombras invadieron el alma, “Escucha Chile” se oía en el lugar más oculto de la
casa. Los amigos, los ideales y los
sueños fueron sepultados… una cortina de
terror dejó los versos de Parra suspendidos
por décadas.
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