La
Gabriela de Oriana Mondaca
Sergio
Gaytán M.
Nuestros extensos
territorios del Norte chileno, a veces, nos impiden conocer lo que se hace, en
literatura, en ciudades cercanas. Nos
sucedió en la Feria “Crea, arma tu libro”, con “Sentimiento religioso y alusiones
bíblicas en la obra de Gabriela Mistral”, 2012, de la serenense Oriana Mondaca
R., documentado ensayo que se rige por la exégesis de textos bíblicos, siendo
ella mujer laica.
El ensayo se centra
en las re-lecturas de “Tala”, “Desolación” y “Lagar” (es el largo camino que
debe recorrer y retener en todas sus posibilidades el que pretende escribir
sobre aquello) y compara el conocimiento bíblico de la poeta y su
correspondencia. Doble y paciente lectura de la profesora contemporánea, que ha
dedicado parte de su vida a difundir la obra de la Nobel de Vicuña.
Trabajo no menor es
revisar el texto poético mistraliano con lo planteado en el libro de los libros,
tanto en el antiguo como nuevo testamento, frente a los que Gabriela reconoce
“donde se quedaron mis ojos largamente” y nos recuerda que fue su abuela
paterna la que la “obligó” a leer y “que será para la niña un mundo maravilloso
de seres que viven, sienten y alaban a un creador y que será el libro del que
jamás se apartará y en el cual encontrará por siempre la mejor compañía”.
Referencias a
hombres, mujeres (más de una Ana, por ejemplo, la madre de Samuel y la del
evangelio de San Lucas; más de cuatro María, la madre de Jesús, la hermana de
Lázaro, María Magdalena, sin olvidar a María de Magdala y la de Betania), sin
forzar nada, rigiéndose solo por la linealidad de lo expresado.
A años de sus
escritos, las posibilidades de acercarse a la obra mistralianas siguen vigentes
y producen nuevas lecturas y distintas interpretaciones, según el canon que se
utilice para desentrañar el fondo de su poemas. Pese a que algunos postulen,
desde mi punto de vista, erróneo, que el tiempo de la Mistral ha pasado y que
correspondería ahora a Stella Díaz Varín (lo expresó un “poeta” serenense),
todavía a Gabriela Mistral le quedan kilómetros para seguir desentrañando su
quehacer.
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