El día viernes 7 de Noviembre en el Galpón Cultural de la Universidad Católica del Norte en Coquimbo, se realizó la presentación del libro "Narrativa en el Café" la antología reúne cuentos y relatos de diferentes autores.. fue muy grato compartir lectura con las escritoras Ana Leyton y Lilia Hernández.. a quienes conozco y con quienes he compartido lectura en otras oportunidades... Un grato café y un bello libro... Agradecida de La gestión de Graciela Ramos... tres cuentos andarán por el mundo... comparto uno de los elegidos.
Caminantes
Una mañana de estío en una de las empinadas calles del puerto, cuando el sol se atropellaba por todos los espacios, pasaron frente a mi balcón dos hombres: uno alto y delgado y otro pequeñito, también delgado. Ellos vestían religiosamente iguales, había dedicación en sus atuendos, pantalón de tela negro y chalecos de color verde, abajo, camisa del mismo color. Era, seguramente, su ropa dominguera. Uno, caminaba seguro y rápido paso tras paso sin dudar, en una dirección programada, el otro, casi corriendo a pasitos temerosos y cortitos. El primero, ajeno a la angustia del segundo evitando quedarse atrás y ser sometido al discurso de siempre, ¡apúrate, tan lento que caminas!
Dos o tres pasos de uno y un paso del otro, el hombre alto avanzaba ajeno a la ansiedad y a las palabras que brotaban de los labios del hombre pequeñito quien, seguramente, pensaba que era su gran oportunidad para contarle todas aquellas cosas que le habían sucedido durante la semana.
No había nadie más, las calles vacías de domingo en la mañana permiten la complicidad. Eran solo ellos, ¡cómo no hablarle!, si las palabras se le atropellaban, no sabía que otras cosas decir para llamar tanto su atención para que por una vez se diera vuelta y lo mirara, quizás ni siquiera había reparado en que su ropa era igual a la que él llevaba, que hasta el jockey era el mismo. Le hablaba fuerte.
El hombre alto, impasible, ajeno, no dimensionaba lo difícil que le resultaba alcanzar sus pasos. Por instantes, el hombre pequeñito parecía cansado pero, seguramente, no quería defraudarlo ni parecer molestoso y provocar su mal genio cuando este, para él, era un gran día.
Sus palabras siguieron atropellándose y el hombre alto siguió su camino… con sus pasos gigantes y sus oídos ausentes. El pequeñito tratando de entrar en los oídos del hombre alto, en el corazón del hombre alto, en el recuerdo del hombre alto…
Fueron desapareciendo y siguieron siendo dos puntos totalmente identificables pues, el hombre alto continúo caminando rápido y ajeno a la ansiedad del hombre pequeñito, hasta que sólo fueron eso, dos puntos que nunca se encontraron…