No pregunto
cuando volverá
a tocar mi puerta
tu voz de ropaje añejo
o vendrás a entonar
un himno con ritmo
de banda de los ochenta.
No pregunto
si te pondrás el traje de bodas
que quedó en algún ropero, olvidado,
en algún cambio de domicilio
abandonado a su suerte.
No pregunto
si calzarás las botas de siete leguas
que se extraviaron
siguiendo los pasos perdidos
de un vals de sensualidades.
No pregunto por tu voz,
por tu traje,
tu calzado,
pues se que vas desnudo
desde que te quedaste sin mi.
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